OTRA FACULTAD ES POSIBLE
El PEF DE CARA A LAS ELECCIONES
DEL CLAUSTRO DE GRADUADOS DE 2009
DEL CLAUSTRO DE GRADUADOS DE 2009
El progresivo deterioro en el campo de la salud y la educación pública, como consecuencia del desfinanciamiento del Estado nacional, viene repercutiendo de manera directa en las condiciones más generales de las Universidades públicas -y en particular de la UBA- especialmente en sus trabajadoras/es docentes y no docentes.
En este marco, la situación del graduado de nuestra Facultad no se encuentra exenta: su relación con el medio universitario por un lado (tanto en su condición de docente como de profesional en formación) como así también su desempeño en el campo de la Salud Pública (trabajos hospitalarios, concurrencias, residencias, etc.) se encuentran en un proceso de agravamiento como consecuencia del deterioro salarial y el trabajo gratuito (tanto en universidades como en hospitales). Asimismo, las actividades de profundización y perfeccionamiento de la formación profesional (cursos, maestrías, carreras de especialización, doctorados) en esas mismas Facultades son aranceladas por lo que en muchos casos resultan inaccesibles para muchos colegas.
El proceso de lucha por la democratización del gobierno universitario del año 2006, que evitó la asunción del procesista Atilio Alterini como rector de la UBA, tuvo como desencadenante un acuerdo de prácticamente todos los grupos y camarillas de la UBA (entre ellos varios shuberoffistas residuales entre los cuales contamos quienes hace años gestionan nuestra Facultad). El mismo se vio plasmado en la convalidación de Rubén Hallú –por entonces Decano de la Facultad de Veterinaria- como nuevo Rector, en medio de una sesión escandalosa realizada en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, mientras la Policía Federal reprimía en las afueras del Congreso Nacional a los manifestantes estudiantes y docentes que se acercaron a repudiar el pacto antidemocrático.
La gestión de Hallú al frente del Rectorado desde el 2007 a la fecha, lejos de impulsar una reforma de los estatutos universitarios heredados de la dictadura de Onganía, profundizó los aspectos antidemocráticos del mismo. Como no ocurría ni con Shuberoff, bajo Hallú el Consejo Superior sesiona con vallados y custodia policial. Por otro lado, las promesas de reforma de los organismos de co-gobierno han quedado en el olvido y las políticas privatistas del Rectorado, a través de convenios con grandes empresas y generación de recursos propios (entre los cuales se encuentra más recientemente el acuerdo con la Mina La Alumbrera) se han naturalizado como una moneda corriente. En este camino, muchos graduados, profesionales e investigadores de la UBA han pasado a engrosar un ejército de mano de obra barata de grandes pulpos promocionado por las mismas unidades académicas.
La adaptación de Hallú y el conjunto de los decanos a la falta de presupuesto ha llevado a un cuadro de literal derrumbe de la Universidad: casi más de la mitad de las dependencias no cuentan con gas y hay áreas clausuradas por doquier por peligro de derrumbe. Sin ir más lejos, hace pocos meses se cayó el techo de un baño en nuestra propia Facultad y por milagro no tuvo como desenlace ninguna tragedia.
Ante la falta de presupuesto, las políticas de generación de recursos propios es una “solución” compleja, tanto por los contratos/convenios, que las avalan como por su posterior distribución. Mientras tanto, permanece vigente la Ley de Educación Superior menemista y los tan anunciados cambios de la misma (plasmados en varios proyectos en el Congreso) se han postergado hasta el año 2010.
La gestión de la Decana Sara Slapak y la agrupación Convergencia Académica (ex Franja Morada) ha funcionado como una correa perfecta de transmisión de la política privatista universitaria en nuestra Facultad: proliferan las actividades de posgrado arancelados; de hecho, se dictan en una construcción aledaña a la Sede Independencia totalmente diferenciada del edificio principal con un contraste poco feliz. Un sector importantísimo de ayudantes docentes permanecen con “el honor” de los cargos ad honorem o salarios bajísimos. Ante la inexistencia de una carrera docente, la estabilidad laboral de un vasto sector de graduados que dictan clases penden del hilo con reiteradas situaciones de manipulación de concursos de profesores, jefes de trabajos prácticos y ayudantes de cátedra. De hecho, la agrupación Convergencia Académica se ha valido de este argumento para realizar un traspaso fenomenal de fichas del claustro de graduados al de profesores. No casualmente la Secretaría de Extensión Universitaria (además del área de Concursos entre otros) está bajo la tutela directa del máximo referente de Convergencia Académica, Jorge “Paolo” Biglieri.
Con el “dream team” en la gestión de Slapak y Biglieri (alianza que hoy transicionalmente ha sufrido un “cisma” como consecuencia de una falta de acuerdo por la co-gestión de lugares estratégicos del Rectorado de la UBA), el Consejo Directivo de nuestra Facultad devino en una escribanía notarial para sancionar estas políticas de ajuste y privatización en la Facultad. Vale la pena mencionar además los distintos métodos de persecución y “premios y castigos” que la gestión viene desenvolviendo contra los sectores de docentes, investigadores y graduados que sostienen una posición independiente de ellos. El reciente caso del concurso –por el momento suspendido- de Profesor Asociado de la asignatura Problemas Antropológicos resulta ser un caso paradigmático y testigo.
En este sentido, y con total anuencia de la saliente Decana Slapak, Convergencia Académica desde sus lugares estratégicos de gestión implementó de manera selectiva una política de concursos para promover el traspaso de graduados referenciados en su sector al claustro de profesores y de esa manera ampliar su hegemonía al conjunto de los claustros de la Facultad. No es novedad para nadie que de acuerdo a las actuales reglas estatutarias de cogobierno universitario en la Universidad en general y en cada Facultad en particular, y frente a la inexistencia de un claustro único docente, el control político en el claustro profesoral resulta estratégico.
Desde que Psicólogos en Frente ha asumido la minoría del claustro de graduados del Consejo Directivo, se ha propuesto como uno de sus objetivos la transformación académica del perfil del psicólogo basado en las necesidades reales de la población, de sus profesionales y de la salud y la educación pública, desde el aula de la Facultad hasta la sala del servicio hospitalario o el gabinete psicopedagógico. El PEF oficia también como una tribuna de la lucha contra la política de liquidación de la salud pública en la Ciudad de Buenos Aires y el desmantelamiento hospitalario del gobierno de Macri, en las antípodas de las posiciones sostenidas por Slapak y Convergencia Académica.
En estos cuatro años fueron muchos los planteos realizados por el PEF en relación al funcionamiento y el tipo de gobierno imperante tanto en nuestra Facultad, como en la UBA en general. Pretendimos y pretendemos desde nuestro lugar en el Consejo Directivo continuar desenvolviendo una posición independiente y desde allí contribuir a dar respuesta a distintas problemáticas que consideramos urgentes: la situación de la docencia universitaria, las incumbencias y prácticas profesionales, la amenaza a la Salud Pública a través de la precarización del trabajo en los Hospitales, la realidad académica de nuestra Facultad, la Universidad en general y el respeto a los derechos humanos.
A estas problemáticas (entre otras) han respondido los proyectos elevados por el PEF en el Consejo Directivo. Sin embargo, la escribanía notarial de Slapak y Biglieri, con su “mayoría automática”, pusieron (o impusieron) cuanto palo en la rueda pudieron para rechazarlos, o sin tomarse el trabajo de al menos debatirlos en el órgano del Consejo.
La perspectiva que se presenta para el PEF en esta etapa, como parte de una lucha junto con otros sectores y claustros, es la de una real transformación de nuestra Facultad en particular, y de la Universidad en su conjunto.
Más que nunca, es imprescindible un cambio que barra los privilegios y manejos antidemocráticos.
Por una Facultad que esté al servicio de las necesidades de la sociedad, y no de los grupos de poder de turno. Seguiremos trabajando en el Consejo desde la convicción de que
OTRA FACULTAD ES POSIBLE.
PSICOLOGOS EN FRENTE
Minoría en el Consejo Directivo por el Claustro de Graduados