miércoles, junio 12, 2013

LOS AVATARES DE LAS GRADUADAS Y LOS GRADUADOS RECIENTES

Un/a recién graduado/a, luego de haber experimentado lo que dura esa alegría del fin de la cursada y el sentimiento de “la tarea cumplida”, accede a una nueva realidad: la crisis de la salud pública y de la educación. En el sistema de salud, la inserción laboral en el ámbito público es casi una hazaña. Un ejemplo de ello, lo plantea el Examen de Residencia. En el examen 2013 se asignaron, en Capital, 42 puestos para Residencias clínicas (incluyendo el CENARESO y Montes de Oca), y una creciente disminución de concurrencias. Y solo 1 cargo para la Residencia de Educación para la Salud. En torno a este Concurso público son varias las problemáticas que se pueden puntuar. En primer lugar, a diferencia de otras
carreras, gran parte de los temas que son evaluados no están en las currículas de las universidades. En segundo lugar, la cantidad de material a evaluar, el nivel de exigencia (y/o incoherencia) de las preguntas llevan a que los aspirantes se preparen con un año de anticipación en el mejor de los casos, mientras, como profesionales recién recibidos, trabajamos de otra cosa. Todo parecería estar puesto al servicio de los cursos privados que “te preparan” para rendir y “te entrenan” con modelos de examen tipo multiple choice. La Facultad también entró en el negocio aunque con un módico (?) precio de dos mil pesos, con todos docentes de….Convergencia Académica. El resultado es que muchos, luego de presentarse 2 o 3 veces a rendir, abandonan la perspectiva del hospital público. Y de ahí, la migración al consultorio, como opción, que a la vez abre otra veta del negocio privado, el alquiler de consultorios, lo que significa el traslado del valor de los alquileres al cobro de los honorarios, y en general, el encarecimiento de los tratamientos psicológicos. En un contexto de inflación creciente, para mucha gente la única alternativa es entonces,
no realizar tratamiento alguno. Aquellos que logran el cargo público, en cambio, tienen distintos destinos: Residentes (cobran un salario por ello) o Concurrentes. Éstos últimos se llevan el trabajo “ad honorem”.
Sin contar la experiencia que sin duda les dará el hospital, deben adecuar su modo de subsistencia a ello: trabajos parttime con salarios que no logran alcanzar ni de cerca a lo que, por ejemplo, cuesta hoy un alquiler de un departamento 2 ambientes. Sin embargo, el principal señalamiento en torno a ésto, es el
colapso del sistema de salud, que va mucho más allá de la Ciudad de Bs. As., y se extiende a todo el país. Pues los cargos ofrecidos no están en relación a las necesidades de la población, sino al paupérrimo presupuesto destinado a los hospitales, en los que los servicios de Salud Mental suelen ser de los más relegados. Asimismo, la cantidad insuficiente de los cargos, y a su vez la mayor cantidad de cargos concurrentes que de residentes, dan cuenta de cómo los hospitales públicos se sostienen en el trabajo gratuito de los profesionales recién recibidos, aunque, claro, “ad honorem” suena más lindo. Un claro ejemplo de esto es el mismísimo Hospital de Clínicas “José de San Martín”, dependiente de la UBA.
Luego de la Residencia, los que accedieron a ella no son retenidos o reincorporados, dada la debacle del sistema público, y a pesar de la cantidad de puestos de trabajo a ser ocupados y la creciente necesidad, son contratados, por instituciones privadas, incluso muchas veces con trabajos precarizados. En Provincia, el problema es mayor, dado que ni siquiera hay Concurrencias sino solo “visitancias” - no tienen valor curricular ni en capital ni en provincia - que decide cada servicio, exigiendo matrícula del Colegio Profesional de Bs.As. y el aporte a la Caja de Seguridad Social de psicólogos Y esto sólo por mencionar el ámbito clínico, pero la historia no es muy distinta en las áreas social comunitaria, judicial, forense, educacional, de investigación, etc. En el ámbito social comunitario, por ejemplo, la mayoría de los graduados recientes son contratados de manera precaria (locación de servicios) en programas para los que la facultad no aporta las
herramientas necesarias para desarrollar intervenciones sociales, trabajo en grupos interdisciplinarios, etc.
Pero además, a los graduados recientes, se nos suma el desconocimiento de la inserción en el ámbito profesional en sí misma: la gestión del monotributo, el pago de un seguro, etc.; cuestiones que uno va descubriendo sobre la marcha, dado que no existe un lugar donde concurrir para informarse. Esto no es una cuestión menor. La UBA, y en particular la Facultad de Psicología, no han tenido una gestión que aloje a
los graduados. Lejos de plantear las problemáticas con las que un recién graduado se encuentra, y dar respuesta a ellas, se muestran como una organización clientelista que direcciona las consultas de los graduados hacia los posgrados pagos, cursos de extensión, y empadronamientos improcedentes, para garantizar su subsistencia y caja de recursos propios. Los graduados recientes que pasamos por la asfixia presupuestaria impartida a la educación pública, que se expresa de distintas formas en la UBA, no podemos desconocer que de la mano de ello está la asfixia de la salud pública. La inserción en el ámbito profesional es un punto en el que la gestión de la Facultad de Psicología no se ha detenido a discutir y mucho menos a dar respuesta. Quiénes creemos que los debates y la organización son puntos fundamentales, llamamos a todos y todas los/las graduados/as recientes a acercarse y a dar los debates necesarios para lograr una verdadera transformación.
Y ADEMÁS LA (IM)POSIBLE
TAREA DE INVESTIGAR …

Aunque las carreras de la Facultad de Psicología (Musicoterapia, Terapia Ocupacional, Profesorado de Psicología y Licenciatura en Psicología) tengan un corte netamente profesionalista, es decir, una formación orientada al desarrollo laboral, la investigación es un área de interés para muchos. Sin embargo, acercarse a ella resulta una gran carrera de obstáculos. En primer lugar, conocer todos los circuitos para seguir formándose en estas temáticas es casi un arte oculto. Fundamentalmente, lograr el acceso al circuito de becas de formación en posgrados resulta muy restringido para la mayoría. No sólo hay que contar con un director que te “acepte” para comenzar sino que rigen estrictas normas de edad (menos de 40 años) y promedios (superior a la media de la carrera) que ponen límite al deseo por la investigación y como contrapartida, se pide a los postulantes que acrediten una gran cantidad de producción. Ya que ser investigador en la UBA es para “`privilegiados” o mejor deberíamos decir, “suertudos”. Las graduadas y los graduados pueden acceder a becas otorgadas por la Universidad (UBACyT ) o del CONICET, mientras sean parte de proyectos de investigación financiados. Sin embargo, en ambas ofertas, nos encontramos con un recorte presupuestario cada vez mayor. De este modo, cada vez hay menos becas en ambos organismos y más postulantes que quedan afuera. Asimismo, una vez que se accede al circuito se muestra que
los becarios no son tan “suertudos” pues sus derechos se encuentran totalmente precarizados. Mientras que hay reclamo de dedicación exclusiva a la investigación, los estipendios (porque no se pagan salarios y no hay aportes a la seguridad social), no son suficientes para sobrevivir adecuadamente. Además, no hay aguinaldos, la obra social es de menor calidad y el derecho a la licencia por la maternidad
siempre es cuestionado. No solo es importante que conozcamos esta situación, sino que las graduadas y los graduados desarrollemos un debate sobre nuestro derecho a seguir formándonos en la investigación
y no cedamos el desarrollo científico a las políticas del ajuste presupuestario ni a los lineamientos que cercenan la pluralidad de las líneas de investigación.


PSICÓLOGOS EN FRENTE LISTA 13